Toda mi vida siempre he buscado enamorarme, sentir que el frío se escapa del cuerpo para dar paso de nuevo al calor, ver todo desde el cielo, flotar. Jamás volver a sentir la ausencia, llorar únicamente por lo necesario, sonreírle al espejo y verte detrás de mí, tomando mi cintura y riéndote del poco cabello que me queda.
Siempre he querido que estés aquí, tener la casa perfecta, la hija perfecta, el perro más bonito, mi carro y tu camioneta, el jardín y la alberca, salir a caminar de noche y contarnos historias repetidas que siempre nos suenen a nuevas.
Toda mi vida he querido descubrir algo nuevo de tu rostro, toda mi vida he querido comprarte unas ilusiones y hacértelas realidad; siempre he querido que cuando escribas sea por mi, siempre he querido poder confiar en alguien como tú.
Y ya han pasado los años, he vivido miles de lágrimas, trescientas horas de angustia, varias grietas y cientos de miles de caídas y levantadas, demasiados segundos de espera e insomnio, pero aún no llegas.
Siempre he querido saber que existes, pero entre más te espero, más irreal me pareces. Siempre he querido, siempre he querido… No, tengo que cambiar la frase: hoy sólo quiero dejarte de esperar, dejar de estar peleado con la cama y volver a dormir.